Breve historia de la mitología griega
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Breve historia de la mitología griega

Rebeca Arranz

  1. 384 pagine
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Breve historia de la mitología griega

Rebeca Arranz

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Descubra el universo de mitos y leyendas de la cultura helénica, cuna de la civilización occidental.Un sinfín de aventuras legendarias, grandes epopeyas y hazañas imposibles protagonizadas por héroes, dioses, seres fantásticos y terribles monstruos. Tres mil años de historia desde las culturas minoica y micénica hasta la guerra de Troya, La Ilíada y La Odisea.Conozca la mitología de la antigua Grecia, el relato de la cuna de la civilización occidental, una singladura que nos traslada a un mundo que navega entre la mitología y la realidad, un mundo donde los dioses, héroes, hombres, y seres fantásticos convergen y conviven creando un legado para la posteridad. Breve historia de la mitología griega le guiará por el centro mitológico y religioso del Mediterráneo.El viaje comienza de la mano de la civilización minoica y micénica, y culminará con dos de las obras cumbres de la literatura y la mitología griegas La Ilíada y La Odisea.Descubre el comienzo del universo y de sus primeros habitantes a través de la Cosmogonía, conozca el nacimiento de la humanidad y de sus creadores, los Dioses Olímpicos.Viva grandes venturas y hazañas imposibles con sus legendarios héroes y reconozca los dioses, seres y monstruos menos que completan el firmamento de una de las mitologías más antiguas de occidente, la mitología de Grecia.De la mano de Rebeca Arranz Santos, autora de la obra y experta en el tema, descubrirá en un texto ameno y riguroso, todas las claves de los mitos, las hazañas heroicas, las grandes epopeyas, los cuentos y anécdotas de la evolución de cuantiosos pueblos semejantes que bañados por la historia y la leyenda conformaron el alma de la civilización occidental, Grecia.

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Informazioni

Editore
Nowtilus
Anno
2019
ISBN
9788413050645

1

El comienzo

Aunque lógicamente siempre han existido varias versiones sobre el origen de los dioses, la humanidad y el universo físico, los griegos tomaron la Teogonía de Hesíodo, una historia épica sobre el orden divino, compuesta, en torno al año 700 a. C., como la narración mítica estándar sobre la historia más antigua del mundo y sus habitantes. A lo largo de la narración sobre el surgimiento del mundo, de las divinidades mayores, y de cómo Zeus y los dioses olímpicos consiguieron la autoridad suprema, contemplaremos cómo estos dieron lugar a la especie que los adora y rinde culto, la humanidad.

COSMOGONÍA: LOS ORÍGENES DEL MUNDO

Los sistemas religiosos deben tener un comienzo, si no presentan en su creación primaria un ente creador, al menos debe existir una materia que se crea. Este es el caso de la mayoría de las religiones de los pueblos antiguos. El origen de la religión politeísta griega tiene un comienzo que se da a través de una materia preexistente, los griegos antiguos lo definieron como el Caos, un abismo vacío en el que podría entenderse que se situaba el universo cósmico. Afortunadamente, se ha conservado una única representación de este cosmos, un hombre barbado y con un velo sobre la cabeza.
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Fig. 1. Mosaico Cósmico (ca. siglo II d. C.), Casa del Mitreo, Mérida (España). www.teselashispanas.blogspot.com. Los componentes de la naturaleza aparecen personificados e identificados con sus nombres latinos: en la parte superior, en la bóveda celeste, aparecen las figuras de Saeculum, Caelum, Chaos, Nubs-Notus, los Vientos, Oriens, Occasus; en el centro: las Estaciones, la Naturaleza y la figura de Aion; en la zona inferior: los ríos y el Océano.
Ovidio escribió en sus Metamorfosis así:
[…] un dios y una mejor naturaleza solucionaron este laborioso trabajo, la función de escindir las tierras del cielo, las aguas de las tierras… Y el límpido cielo del aire espeso […]. Estas cosas, después de ser separadas y eximidas de su ciega acumulación, fueron disociadas por lugares, y con una concorde paz se unieron […]
Dando a entender que son acciones realizadas por un ser o un algo, estas expresiones son el fruto de la confusión de las ideas que en aquel momento tenían. Estas pocas palabras desarrollaron un debate intenso entre los historiadores, filólogos, filósofos y mitólogos, pues parecía esclarecerse que la creación del cosmos había sido realizada por un dios, aunque es cierto que se hace de forma muy sutil. Otras teorías en lugar de atribuir la creación del universo a un dios indefinido veían a la naturaleza como creadora de este. Parece que los investigadores consensuaron que Ovidio se refería a un demiurgo, es decir, un dios ordenador del caos, un dios que se asemeja mucho al dios creador del Antiguo Testamento.
En realidad, el verdadero creador de la cosmogonía del mundo griego fue Hesíodo, quien en su obra Teogonía, escribió:
[…] ante todo existió el Caos. Después aparecieron Gea, de ancho pecho, morada perenne y segura de los seres vivos, que surge sobre profundo y tenebroso Tártaro, y Eros, el más bello de los dioses inmortales. Del Caos nacieron el Érebo (las tinieblas del mundo inferior y en concreto del Tártaro) y la negra Nyx (la noche), y de esta última, encinta por su unión amorosa con el Érebo, se originaron el Éter (la más alta esfera del cielo, o la claridad del mundo superior) y Hémera (el día). Gea parió [en] primer lugar a un ser de igual extensión que ella, el estrellado Urano (el cielo), con el fin de que la cubriese toda y fuera una morada segura y eterna para los bienaventurados dioses […].
Por lo tanto, lo primero que se estructura es el cosmos en su compleja estructura, en su parte más alta se coloca el cielo, alumbrado por el éter; en el centro, racionalmente, se colocó la Tierra (en la que se alternaban el día y la noche); y por último, la parte más baja se cubre de oscuridad por medio del Érebo.
Como cuenta Hesíodo, fue la fuerza energética del amor, en la forma del dios Eros, la encargada de mover las partículas que accionan la creación o hace interactuar los elementos que allí se encuentran para dar vida a otros nuevos. El siguiente paso a la creación de la Tierra es obvio, el crecimiento interno de la misma, y así se describe de nuevo en la Teogonía: «[…] dio a luz a los grandes montes, moradas de las divinas ninfas que habitan en las boscosas montañas, y también parió al estéril mar de agitadas olas, Ponto, sin mediar Eros para ello […]».
Los griegos antiguos conocían esta cosmogonía, pero posiblemente en una versión más corta y sencilla, pues debemos recordar que la mitología se transmitía oralmente, y estas versiones son fruto de su transcripción tras una revisión de forma y contenido que las completa y las convierte en obras de culto. La mayor parte de la sociedad conocería una versión minimalista: Gea es la Tierra y Urano es el cielo, ya a partir de ellos, todas las demás deidades que proceden de la tradición de Hesíodo buscan su lugar en la creación del cosmos, unas con carácter activo como el día y la noche que se asociaron a Helio (sol); Eros (amor) a Afrodita; y Selene (luna) a Eos (aurora).
Como el último vestigio de la religión primitiva naturalista encontramos en esta organización del universo a las personificaciones de los montes y las ninfas (en todas sus tipologías) que se situaron en la Tierra creando los bosques y campos.
Las demás entidades hesiódicas se vieron relegadas a ser personificaciones con escasa o nula repercusión en el arte: Ponto se difuminó con las aguas del océano, el Tártaro y Érebo se disolvieron con las fronteras entre el Hades y el mundo de los vivos y, por último, el Éter se confundiría con el cielo. Tan solo Gea y Urano consiguieron perpetuarse como dioses que incluso en sus inicios recibieron culto (se han conservado templos consagrados a su nombre), lo que no les excluyó de ser tomados también como personificaciones.
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Fig. 2. Gea en los relieves Gigantomaquia del Altar de Pérgamo (188 a. C.), Museo de Pérgamo. www.wikipedia.com. En el relieve aparecen Atenea y Niké luchando contra Alcioneo (situado en la parte izquierda) y Gea se levanta del suelo (en la parte derecha).
La personificación de la Tierra y símbolo de la fecundidad, Gea, fue concebida en la Grecia antigua como una divinidad primitiva, y fue la diosa vinculada con el oráculo de Delfos. Pausanias describe la representación que tuvo en el arte, y la imagen de culto en los santuarios con su nombre respondía a una grandiosa diosa vestida con ropajes lujosos coetáneos, tocada con una diadema y, en la mayoría de los casos, con medio cuerpo fuera de la tierra, es decir, como si emergiera de ella para simbolizar que ella es la tierra, aunque también se la representa en su figura antropomorfa completa. También aparece en algunas historias mitológicas: en la mayoría de los casos aparece en ayuda de sus hijos los gigantes cuando estos se enfrentan a los dioses en la Gigantomaquia, y en la ciudad de Atenas, pone en brazos de Atenea al recién nacido Erictonio (el primer rey mítico de Atenas, hijo de Hefesto y Atis, pero también se le identifica como hijo de Gea).
Al contrario de lo que ocurrió con Gea, Urano apenas tuvo representación iconográfica en la antigua Grecia, dado que su historia mitológica se reduce a su castración por parte de Crono no tuvo una repercusión importante en la religión. Urano (cielo) suele aparecer figurado entronizado e imberbe; aunque la mayoría de sus representaciones lo presentan como un hombre con barba que sostiene por encima de su cabeza la bóveda celeste. Tras la creación y establecimiento de Urano y Gea, la mitología nos cuenta cómo nacieron los hijos de estos, tanto Apolodoro como Hesíodo establecieron tipologías, el primero en su obra Biblioteca, además lo hizo con una descripción muy detallada de su aspecto:
[...] desposando a Gea [Urano] engendró en primer lugar a los Hecatónquiros [Briáreo, Gíes y Coto), que eran insuperables en fuerza y tamaño por tener cada uno cien manos y cincuenta cabezas. Después, Gea dio a luz a los Cíclopes (Arges, Estéropes y Brontes], que poseían cada uno un solo ojo en la frente. Pero Urano los encadenó y los arrojó al tenebroso Tártaro [...].
A la sociedad griega, aunque conocía estos mitos, le era muy difícil identificar en las representaciones a estos dos tipos de seres. Además, tenemos que sumarle la dificultad de la representación veraz de las características físicas de los mismos: este es el caso de los hecatónquiros, que solo se les identifica si llevan el nombre al lado, y las representaciones que más se acercan a las descripciones antiguas mitológicas son las que componen a estos monstruos con algunos pares de brazos, cuya respiración más similar es la de un pulpo.
Contrariamente, los cíclopes que fueron representados de manera más activa, pero su tipología de representación fue variando durante la historia: desde tiempos muy tempranos, remontándonos incluso al Heládico (siglo V a. C.) encontramos una iconografía triple para los cíclopes, pues se distinguían entre tres grupos diferentes: el cíclope Polifemo y sus compañeros isleños; los cíclopes micénicos, que según la tradición levantaron las murallas de esta ciudad; y por último, los cíclopes uranios, los hijos de Urano y Gea. Los cíclopes uranios van a relacionarse con la historia mítica de los dioses y convivirán en muchas ocasiones con ellos: fueron los encargados de fabricar las armas de Zeus, le acompañaron en su batalla contra los titanes y tras esta se convirtieron en los ayudantes de la fragua divina de Hefesto, donde trabajarán hasta el final de los tiempos como herreros de dioses y héroes. Fue Hesíodo en su obra Teogonía, quien nos da los nombres de estos tres cíclopes de época urania, cada uno de ellos se relaciona con un elemento de composición del rayo: steropé (ʿrelámpagoʾ), argés (ʿclaridadʾ) y bronté (ʿtruenoʾ). La representación canónica de los cíclopes desde el siglo VII a. C. será la de unos gigantes de un solo ojo (imagen sacada de la descripción de Polifemo, de la obra Odisea), pero estos cíclopes uranios serán representados como hombres-herreros con dos ojos, aunque en contadas ocasiones aparecen representados con uno.
Pero sin lugar a duda, uno de los personajes más importantes de esta era primitiva de la religión griega fue Crono, el titán más joven y peligroso de todos, de nuevo Apolodoro realizó una magistral descripción de este personaje y el destino de sus hermanos los titanes, que fueron engendrados por Urano tras ser encerrados en el Tártaro sus otros hijos los cíclopes y los hecatónquiros, dice así:
[...] irrita Gea por la suerte de sus hijos arrojados al Tártaro, convencer a los Titanes para que ataquen a su propio padre y entrega a Crono una hoz de acero [...]. Crono, tras cortar a su progenitor los genitales, los arroja al mar: de las gotas de sangre así derramadas nacieron las Erinias (Furias) [...]. Por su parte, los Titanes, una vez apartado Urano del poder, hicieron retornar a sus hermanos del Tártaro y confiaron el mando a Crono. Sin embargo, este volvió a atarlos y a encerrarlos en el Tártaro y tomó como esposa a su hermana Rea. Como Gea y Urano le habían profetizado que perdería el poder a manos de su propio hijo, iba comiéndose a sus vástagos según nacían. Devoró a Hestia, la primogénita, después a Deméter y a Hera, y tras ellas a Plutón y Poseidón. Encolerizada por los sucesos, Rea, al sentirse en cinta de Zeus se dirigió a Creta y dio a luz en una cueva del monte Dicte [...]. Después, envolvió una piedra en unos pañales y se la entregó a Crono, como si fuese un niño, para que lo devorase [...].
Crono fue un personaje mitológico de escasa relevancia para la religión, pues al fin y al cabo, debemos apuntar que su episodio más épico se basa en acabar con su padre para poder obtener el poder del mundo, y el hecho de que un hijo desafiara a un padre no era del agrado del civil. Por lo tanto, sus representaciones también son escasas, solo se conoce la noticia de su representación en una crátera de bronce que fue depositada en el santuario de Rodas en el siglo VI a. C., Engoaras nos dice que en ella se pintó la famosa escena de Crono devorando a sus hijos, y gracias a su aparición en algunas escenas de las Titanomaquia podemos situar a este titán en el arte arcaico. Desde el siglo V a. C., la iconografía de este titán se establece en dos direcciones: en las pinturas de vasos donde recibe de Rea la piedra envuelta en pañales (supuesto Zeus) como un monarca barbado; y como dios semidesnudo y barbado en las escenas del nacimiento de Zeus.
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Fig. 3. Crono y Rea (ca. 460-450 a. C.), Metropolitan Museum of Art. Vaso ático de figuras rojas atribuido al pintor Nausica. Cronos recibe la piedra de Omphalos de Rea. El rey de los titanes levanta una mano para recibir la piedra y sostiene un cetro real. Rea lleva una corona y se inclina hacia delante con el pie apoyado en un afloramiento de piedra elevado.
Un tiempo posterior, durante el período de dominio r...

Indice dei contenuti

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Índice
  4. Prólogo
  5. 1. El comienzo
  6. 2. Los dioses olímpicos
  7. 3. Dioses menores, personificaciones y alegorías
  8. 4. Monstruos y otros seres
  9. 5. Los valerosos héroes
  10. 6. La guerra de Troya
  11. Ilustraciones
  12. Bibliografía
  13. Contraportada
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APA 6 Citation

Arranz, R. (2019). Breve historia de la mitología griega ([edition unavailable]). Nowtilus. Retrieved from https://www.perlego.com/book/2667745/breve-historia-de-la-mitologa-griega-pdf (Original work published 2019)

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Arranz, Rebeca. (2019) 2019. Breve Historia de La Mitología Griega. [Edition unavailable]. Nowtilus. https://www.perlego.com/book/2667745/breve-historia-de-la-mitologa-griega-pdf.

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Arranz, R. (2019) Breve historia de la mitología griega. [edition unavailable]. Nowtilus. Available at: https://www.perlego.com/book/2667745/breve-historia-de-la-mitologa-griega-pdf (Accessed: 15 October 2022).

MLA 7 Citation

Arranz, Rebeca. Breve Historia de La Mitología Griega. [edition unavailable]. Nowtilus, 2019. Web. 15 Oct. 2022.