Resistencias gitanas
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Resistencias gitanas

Silvia Agüero, Nicolás Jiménez

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Resistencias gitanas

Silvia Agüero, Nicolás Jiménez

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La palabra que mejor define al Pueblo Gitano a lo largo del tiempo, el espacio y las circunstancias, es resistencia. De ahí el título de esta obra: Resistencias gitanas es un ensayo muy bien documentado que nos acercará a la historia desde una mirada nueva, la de los ojos de sus protagonistas. Lo hace a través de sus biografías, que ponen en valor a este Pueblo y a sus referentes.

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1. Consideraciones previas

 

Lo poco que se conoce de los gitanos en general queda resumido en los tópicos que las revistas, los periódicos y toda la mala literatura han repetido incansablemente, reiterando sin cesar los temas más manoseados de un pintoresquismo fácil, y sin preocuparse nunca de la verdad.
J. P. Clébert. Les tziganes (1961)
El Pueblo Gitano, indio de origen, europeo de concreción y transnacional en su proyección[1], sigue siendo, a pesar de su presencia en la totalidad de los países que conforman la Unión Europea desde hace más de quinientos años, un gran desconocido, por no decir ignorado, tanto por el común de la ciudadanía como por la comunidad científica y académica.
En concreto, en España, se considera que el documento más antiguo[2] que atestigua la presencia de personas gitanas es el salvoconducto dado por el rey Alfonso V de Aragón, el 12 de enero de 1425, en favor de Juan del Egipto Menor. Ello supone que la población romaní forma parte de la población peninsular desde antes de la creación del Estado español.
Por tanto, digámoslo alto y claro: las personas gitanas somos tan españolas como las demás y nuestra cultura es una más de las culturas que conforman esta matria, neologismo utilizado desde el feminismo y otros pensamientos alternativos para resignificar el viejo concepto de patria, a la que hemos dado en llamar España.
Para que nos entendamos y que todo quede bien sentado desde el principio, a esta primera afirmación debemos añadir las siguientes:
  • El romipén (la cultura gitana) es heterogéneo, diverso, complejo, multifacético, cambiante… como todas las demás culturas humanas.
  • Las Rromnă y los Rroma y nuestra cultura, el Rromipen, no somos un subproducto de la marginación social, no somos el lumpenproletariado[3] europeo ni ninguna otra clase social, sino un pueblo real en cuyo seno se dan todas las diversidades, incluidas las de clase.
  • Las Rromnă y los Rroma y nuestra cultura, el Rromipen, no somos solo la encarnación de los clichés odiados/temidos o deseados/románticos creados por malentendidos y manipulaciones, no somos esos personajes imaginarios creados por lo que llamamos gitanismo o bohemianismo o flamenquismo (ver nota 3), sino un pueblo como cualquier otro, con personas reales, de carne y hueso, que se ganan la vida con el arte y los espectáculos, pero también con la industria, el comercio, la banca o la enseñanza.
  • Las Rromnă y los Rroma y nuestra cultura, el Rromipen, somos el resultado, la síntesis, de un patrimonio genético y cultural original indio desarrollado en contacto con otros pueblos y culturas durante el último milenio fuera de India, y especialmente en Europa desde el siglo XV por lo menos y en las Américas desde el XVI; esto quiere decir que somos de origen remoto indio pero a la vez somos —en nuestro caso— de Europa, de España, de la Comunidad Valenciana, de la provincia de Alicante, de El Campello… sin que ninguna de esas categorías sea excluyente.
  • Las Rromnă y los Rroma y nuestra cultura, el Rromipen, también tienen una historia, y una investigación seria en este campo es posible, necesaria y respetable, incluso fascinante, mucho más que todo tipo de leyendas que solo contribuyen a la exotización y al mal entendimiento.
  • Las Rromnă y los Rroma y nuestra cultura, el Rromipen, tenemos una unidad histórica como pueblo, y esto es un hecho científicamente demostrado.
  • Las Rromnă y los Rroma y nuestra cultura, el Rromipen, no tenemos nada en común con los intocables, las tribus migratorias o las personas marginadas de India, salvo el haber sufrido históricamente o sufrir en la actualidad el racismo o la subordinación y exclusión social. En India hay una serie de pueblos etiquetados por el colonialismo británico como gypsies (banjara[4], gaduliya, lohar[5], etcétera) que no tienen origen romanó ni lingüístico, ni étnico ni histórico.
  • Las Rromnă y los Rroma y nuestra cultura, el Rromipen, tampoco tenemos nada en común —salvo el racismo sufrido— con otros pueblos europeos considerados como gitanoides: mercheros[6] (España), yeniches[7] (Francia, Alemania, Suiza, Países Bajos y Bélgica), travellers (Irlanda, Reino Unido)… Esta distinción es primordial, ya que las autoridades europeas, tanto la Comisión Europea como el Consejo de Europa, desde hace años están asimilando a estos grupos étnicos con nosotras y nosotros y a nosotras y nosotros con ellas y ellos, y esa confusión es tan perjudicial como que en Irlanda están promoviendo que las personas travellers aprendan romanó cuando esa cultura tiene su propia lengua, el shelta, que está en riesgo de desaparecer; o que en la televisión inglesa emitan un programa que se titula My Big Fat Gypsy Wedding, donde los protagonistas son travellers, que en España se vende como Mi gran boda gitana y en cuyo doblaje se genera la confusión más caótica al mezclar las denominaciones «viajeros», «nómadas», «gitanos»…
  • La cultura gitana desarrollada en el territorio que históricamente hemos dado en llamar España forma parte de las demás culturas que se han desarrollado en este territorio.
  • La existencia de un componente gitano en las diferentes culturas españolas es insoslayable. Del mismo modo, las diferentes culturas de nuestro entorno han influido en la cultura gitana de cada lugar. Así pues, para entender en su complejidad el conjunto diverso y heterogéneo de las culturas españolas es necesario incorporar la perspectiva gitana.
  • La población gitana no vive actualmente ni ha vivido históricamente aislada de su entorno cultural, social, político, económico, religioso e histórico. Por el contrario, el Pueblo Gitano es y ha sido parte integrante de la sociedad, y por lo tanto está y ha estado influido por las diferentes circunstancias culturales, sociales, políticas, económicas, religiosas e históricas que las demás culturas y pueblos que conforman esta matria de patrias que es denominada España.

2. Un paseo por la historia

Una de las formas de negación, de epistemicidio, a las que hemos sido sometidas las personas gitanas ha sido imponer un relato de nuestra historia que ha preferido las fantasías y las leyendas.
Se ha dicho que somos descendientes de Caín con base en la maldición bíblica que este recibió por el asesinato de su hermano Abel — «Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra» (Reina Valera, 1960, Gen. 4:12) — y en los oficios y formas de vida asignados a sus hijos: Yabal (vivir bajo tiendas), Yubal (tocar la lira y el caramillo) y Tubal (forjador de hierro y cobre).
Con base igualmente en la Biblia se ha dicho que fue un herrero gitano quien forjó los clavos con que los romanos crucificaron a Jesús. Existen diversas versiones de esta leyenda, aunque todas acaban del mismo modo: el gitano solo fabricó tres clavos, y el cuarto clavo, siempre incandescente, nos persigue continuamente y nos impide asentarnos en ningún lugar.
Voltaire[8] — sí, sí, ¡el Príncipe de la Razón! — afirmaba que éramos un remanente de los antiguos sacerdotes y sacerdotisas de Isis, entremezclados con los de la diosa de los asirios.
Otros autores, siempre hombres payos, afirmaron que éramos judíos que para librarnos de las persecuciones antisemitas nos inventamos la leyenda de nuestro origen egipcio, que habíamos sido expulsados de allí por no haber acogido a la Virgen y al resto de la Sagrada Familia cuando huyeron a Egipto. La leyenda que nos hace descendientes de una de las tribus perdidas de Israel está, por desgracia, cada día más viva al estar siendo difundida en el seno de la Iglesia Evangélica de Filadelfia.
Es por ello que se impone una revisión de todo lo que se ha dicho o escrito a nuestra cuenta. Esta revisión tiene necesariamente que hacerse desde la perspectiva de colonial y con mirada gitana.

2.1. A propósito del origen

Las primeras personas gitanas llegadas a Europa dijeron provenir de la India: «(7/8/1422) En el mismo tiempo vinieron a Forli ciertas gentes mandadas por un general, deseosas de recibir nuestra fe, y llegaron a Forli el 7 de agosto. Y, como oí decir a alguno, que eran de India»[9].
En el siglo VII, el emperador Harshavardhana[10] hizo de la modesta aldea de Kannauj, en Madhyadesh, la capital de su imperio, que abarcaba casi toda la mitad norte de India. Con el tiempo, Kannauj creció como un destacado centro económico, cultural, artístico y espiritual. Esta riqueza motivó al sultán Mahmūd de Ghazni[11] a llevar a cabo una incursión el 20 de diciembre de 1018 (8 de shaban del 409 de la hégira), junto con sus valientes guerreros: once mil regulares y veinte mil voluntarios. Ninguna de las defensas previstas resistió el embate y el rey de Kannauj, Rajapala, de la dinastía Pratihara, huyó al otro lado del río Ganges, buscando refugio en sus bosques. Esa cobardía le costó la vida: Vidyadhara, rey de Jejakabhukti (actualmente Bundelkhand, en Madya Pradesh), lo capturó y lo asesinó por su cobardía.
Mahmūd de Ghazni, en lugar de matar a la población como solía hacer en sus correrías — especialmente cuando el soberano de la ciudad había huido —, capturó a la totalidad de la población de la ciudad de Kannauj, cincuenta y tres mil personas, y se los llevó a Ghazni junto con dieciséis grandes carros cargados de joyas y riquezas por un valor de treinta mil rupias, y trescientos ochenta y cinco elefantes. La razón para no pasar a cuchillo a esta gente y llevársela radica en que eran en su mayoría artistas y artesanos a quienes pretendía utilizar para convertir a su pequeña Ghazni en una gran capital que pudiera estar a la altura de Kabul o de Bagdad. Hay que tener en cuenta que Kannauj en aquella época era conocida por la abundancia en su corte de sabios y artistas.
Una vez en Ghazni, puso a trabajar a los artesanos y artistas que eligió (por ejemplo, un grupo de arquitectos le construyeron la mezquita más grande de su época) y al resto los vendió como esclavos a los noble...

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