I.
Eje sexualidades y salud reproductiva
Transiciones a la vida adulta de jóvenes universitarias:
aspectos educativos, sexuales y reproductivos
Nelly Rosa Caro Luján*
Gloria Elizabeth García Hernández**
Introducción
En las últimas décadas han ocurrido en México cambios sociales y culturales que han reconfigurado la identidad femenina y el tránsito hacia la adultez (Fuller, 2001; Pérez, 2014). En el pasado, ser mujer se vinculaba casi de forma exclusiva con el ejercicio de la maternidad y la conyugalidad y, aunque en la actualidad se conservan estas expectativas, en algunos grupos de mujeres como en los contextos rurales, indígenas y urbano-marginales (Fuller, 2001; García, 2016) los cursos de vida de las mujeres se han diversificado, incluso se han ampliado las opciones de vida encaminadas por las trayectorias del trabajo y la escuela. Esto ha ocurrido en un contexto de transformaciones de orden demográfico, sexual y reproductivo, además del acceso masivo de las mujeres al sistema educativo, su inserción en el mercado de trabajo, la búsqueda de desarrollo personal y la creciente participación ciudadana (Fuller, 2001: Mingo, 2006; Echarri y Pérez, 2007; De Garay y Del Valle, 2012).
Ante estas condiciones, que no son generalizadas para toda la población femenina, un considerable número de mujeres posterga la unión conyugal y el ejercicio de la maternidad, dando prioridad a su formación educativa para buscar el ingreso al mercado laboral en condiciones más favorables. Es necesario apuntar que las adolescentes y jóvenes se ven limitadas para transitar hacia la adultez apegándose a las nuevas expectativas sociales, sobre todo quienes han nacido y crecido en condiciones de pobreza y desigualdad social y económica. Por ello resulta fundamental saber cómo algunas mujeres que han llegado a la educación superior han conformado sus trayectorias escolares, laborales, sexuales y reproductivas mientras que otras, que viven en condiciones similares, han optado o se han visto orilladas a ser madres durante la adolescencia (Saraví, 2009; García, 2016, Caro, 2014).
En este texto damos cuenta de las condiciones de pobreza y vulnerabilidad en que adolescentes y jóvenes mexicanas están llevando a cabo su transición a la vida adulta, en contextos de pobreza y desigualdad social. Se puntualiza sobre la importancia del origen social, el género y las condiciones familiares en la construcción de trayectorias educativas, en específico en el acceso a la educación universitaria; se señala también, la conformación de trayectorias sexuales y reproductivas, y su relación con la posible superación de estas desigualdades. En la primera parte abordamos el marco teórico conceptual y luego describimos la metodología a través del análisis cualitativo de entrevistas realizadas a 35 jóvenes también de la Universidad Autónoma del Estado de México (uaeméx) y de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa (uam-i). En el siguiente apartado indagamos sobre el ambiente familiar y las trayectorias educativas; describimos las trayectorias sexuales reproductivas y, finalmente, presentamos las conclusiones.
Adolescentes y jóvenes en tránsito a la adultez en contextos de vulnerabilidad social
La adolescencia y la juventud se consideran etapas de preparación para la vida adulta. El tránsito a la adultez se moldea mediante desigualdades sociales como la pobreza, el género, la edad, la pertenencia étnica, así como por las respuestas, decisiones y sentimientos de los adolescentes y los jóvenes frente a estos constreñimientos sociales (Mora y De Oliveira, 2009a y 2009b; Saraví, 2009). Por ello, la intención de este apartado es precisar lo que son las transiciones a la adultez y las desigualdades sociales que pueden conducir a transiciones vulnerables, al acumular desventajas sociales, o a su superación.
Para entender este proceso la perspectiva de curso de vida nos brinda dos conceptos fundamentales: las transiciones y las trayectorias (Elder, 1985), que aunque se trata de procesos imbricados son diferentes. La transición nos remite a la noción de cambio, a la modificación del estatus que marca el paso de una etapa a otra, de una posición a otra; define los movimientos individuales y familiares sobre los cursos de vida dentro de parámetros socialmente construidos. La ocurrencia temprana o retrasada de ciertas transiciones afecta la ocurrencia de las transiciones subsecuentes (Hareven y Kanji, 1988). Cualquier transición, bajo determinadas circunstancias, puede convertirse en un punto de inflexión; esto es subjetivamente definido por la persona que experimenta dicha transición y se asocia con la continuidad y discontinuidad de una vida. Así, “el enfoque de las biografías procura una triangulación a tres bandas: la sociedad como estructura, los hombres y mujeres como actores y las generaciones como resultantes de procesos históricos de cambio. En definitiva: estructura, acción e historia” (Casal et al., 2006: 10).
Mora y de Oliveira consideran que la transición a la vida adulta implica un proceso de emancipación individual mediante el cual las personas adquieren mayor autonomía y ejercen mayor control sobre sus vidas, y se expresa en las posibilidades de elegir y actuar a partir de criterios definidos por el individuo (2009a). Asimismo, la sociodemografía señala cinco eventos para llegar a la adultez: salida de la escuela, ingreso al mercado de trabajo, unión conyugal para la conformación de una familia propia, nacimiento del primer hijo y abandono del hogar paterno (Echarri y Pérez, 2007; Ciganda, 2008; Saraví, 2009; Mora y De Oliveira, 2009a, 2009b, 2014a).
Las trayectorias se han diversificado y la transición típica definida por una secuencia culturalmente establecida y socialmente reproducida –escuela, trabajo, unión y reproducción– es cada vez menos frecuente. La trayectoria típica ha cedido el paso a diversas trayectorias con diferentes estructuras, secuencias y tiempos de transición (Dávila, Ghiardo y Medrano, 2005; Mora y D...