CapĂtulo DĂ©cimo Cuarto
La Sociedad Civil (I)
NOCIĂN - RĂGIMEN POR EL DERECHO NATURAL - CAUSA FINAL - CAUSA EFICIENTE
A) NociĂłn de la sociedad civil o Estado
a) La sociabilidad
1118.- Los seres humanos son todos complementarios entre sĂ porque todos ellos realizan la misma naturaleza esencial, pero limitadamente y cada cual con modalidades diferentes, en una versiĂłn distinta de la especie humana. Cada individuo es esencialmente limitado, y la perfecciĂłn de la especie tiende a darse en el conjunto de ellos. La complementaciĂłn es cuantitativa, porque entre muchos pueden hacer mĂĄs que uno solo, y cualitativa, porque unos pueden realizar cosas para las que otros carecen de habilidad, o pueden hacer una cosa mejor que otros.
Asà los hombres estån todos ordenados no a su propio bien, sino que también, accidentalmente, al de los demås.
Esta ordenaciĂłn de cada ser humano a los restantes se llama sociabilidad y se funda, en definitiva, en la estructura hilemĂłrfica: la forma substancial otorga a los individuos las perfecciones de la especie, las que son limitadas en cada uno por la materia prima y las disposiciones con que ella recibe la forma.1
1119.- Dante2 funda la sociabilidad en el hecho de que el intelecto posible no puede ser actualizado completamente por una sola persona, requiriĂ©ndose para esta actualizaciĂłn, que viene a ser la adquisiciĂłn de la ciencia por la especulaciĂłn, del concurso de todo el gĂ©nero humano. Es decir, el conocimiento intelectual, que es lo distintivo del hombre, lo especĂficamente humano, no puede llevarse a plenitud sino por la cooperaciĂłn de todos:
âExiste, pues âdice el poeta y filĂłsofoâ, una operaciĂłn propia de la comunidad humana, a la cual la totalidad tan numerosa de los hombres estĂĄ ordenada. OperaciĂłn que ni un hombre solo, ni una sola casa, ni una sola aldea, ni una sola ciudad, ni un solo reino particular puede realizar. Para determinar la entidad de esta operaciĂłn es requisito previo necesario descubrir en quĂ© consiste la perfecciĂłn suprema de la humanidad enteraâ.
â⊠es evidente que la perfecciĂłn suprema de la humanidad es la facultad o virtud intelectual. Y como esta potencia no puede ser actualizada total e instantĂĄneamente por un hombre ni por ninguna de las comunidades mĂĄs arriba señaladas, es necesario que haya en el gĂ©nero humano una multitud por cuyo medio toda esa potencia sea actuada, asĂ como es necesaria tambiĂ©n la multitud de las cosas que se generan para que toda la potencia de la materia prima estĂ© siempre realizada; de otro modo tendrĂamos una potencia separada, lo cual es imposible. Y con esta sentencia concuerda Averroes en su comentario sobre los libros âDel Almaâ. La potencia intelectual a la cual me refiero, no solo tiende a las formas universales o especies, sino tambiĂ©n, por cierta extensiĂłn, a las particulares; por eso suele decirse que el entendimiento especulativo, por extensiĂłn, se hace entendimiento prĂĄctico, cuyo fin es actuar y hacer. Lo cual se refiere a las cosas agibles, reguladas por la prudencia polĂtica, y a las cosas factibles, regidas por el arte, todas las cuales se ponen al servicio de la especulaciĂłn, bien supremo para el cual la Primera Bondad ha creado la totalidad del gĂ©nero humanoâŠâ.
âQueda suficientemente declarado que la labor propia del gĂ©nero humano, considerado en su totalidad, es actuar siempre la potencia del entendimiento posible; en primer lugar, para especular, y en segundo lugar y por extensiĂłn, para obrar en orden a la especulaciĂłnâ.3
AristĂłteles ve manifestada particularmente la sociabilidad en el lenguaje, que es propio del hombre y que no tienen los demĂĄs animales:
âLa razĂłn por la cual el hombre es un ser social, mĂĄs que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el hombre es el Ășnico animal que tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen tambiĂ©n los demĂĄs animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensaciĂłn de dolor y de placer, e indicĂĄrsela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, asĂ como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los demĂĄs animales: poseer, Ă©l solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demĂĄs valores y la participaciĂłn comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudadâ.4
Santo TomĂĄs de Aquino dice que el hombre es animal social y polĂtico mĂĄs que todos los otros animales, porque âa ellos la naturaleza les preparĂł el mantenimiento, el vestido de sus pelos, la defensa de los dientes, cuernos y uñas, o a lo menos la velocidad para huir, y el hombre, empero, no recibiĂł de la naturaleza ninguna de estas cosas, mas en su lugar fuele dada la razĂłn, para que mediante ella, con el trabajo de sus manos, lo pudiese buscar todo; a lo cual un hombre solo no bastaâŠâ; porque a los demĂĄs animales les dio la naturaleza instinto para saber lo que les es nocivo ây asĂ la oveja huye del loboâ, y lo que les es Ăștil ây asĂ hay animales que conocen hierbas medicinalesâ, mas el hombre, para conocer lo necesario para la vida, tiene la razĂłn que le da un conocimiento general, sin que sea posible que un hombre solo alcance por su razĂłn todas las cosas, por lo cual unos deben ocuparse en inventar unas y otros, otras. Por Ășltimo, alega Santo TomĂĄs el hecho de que el hombre tiene lenguaje, con el que puede explicar sus conceptos totalmente.5
A estas razones agrega Zigliara la del amor natural del hombre por sus semejantes, que lleva a que âlos hombres junto con encontrarse contraigan relaciones, las necesarias de deberes y derechos en las que consiste la sociabilidadâ, de modo que es imposible, ya fĂsica, ya moralmente, que un hombre que viva en la tierra no se halle en la necesidad natural de convivir con otros hombres.6
b) Sociedades naturales o necesarias a que da lugar la sociabilidad; el Estado o Sociedad Civil
1120.- La sociabilidad o tendencia asociativa se manifiesta en dos sociedades que la misma naturaleza instituye, y que por eso se llaman necesarias o naturales, que son la familia y la sociedad civil o Estado, y se manifiesta tambiĂ©n en mĂșltiples sociedades voluntarias, que los hombres crean segĂșn sus necesidades, y que pueden o no formar o integrar, como un club deportivo o filatĂ©lico, o una sociedad cientĂfica o literaria. Sociedad natural es ante todo la familia, la sociedad primera y mĂĄs necesaria porque sirve a la reproducciĂłn del gĂ©nero humano, a la amistad y mutua ayuda del hombre con la mujer en todas las cosas de la vida, y a la amistad paterno filial, y crianza y educaciĂłn y asistencia de los hijos. La familia es una sociedad natural o necesaria.
Pero no basta la familia âni esa cierta prolongaciĂłn de la familia que es la aldea, vecindario o comunaâ para la satisfacciĂłn de todas las necesidades humanas que el hombre no puede remediar por sĂ solo o con la cooperaciĂłn voluntaria, ocasional o estable, de algunas otras personas. La sociabilidad requiere, para su cabal realizaciĂłn, de una sociedad cuyo objeto sea, en general, procurar a los hombres aquella suficiencia de medios para la vida en orden al fin Ășltimo, que no es dable obtener a los individuos por sĂ solos, o en asociaciones parciales voluntarias o mediante la familia, la cual no puede dar a sus miembros todo lo que necesiten para una vida buena ni puede brindarles la conveniente protecciĂłn. Tal es la llamada sociedad civil: la ciudad âcivitas o polisâ del mundo clĂĄsico antiguo y el Estado de tiempos posteriores. Ahora podemos hablar indistintamente de la sociedad civil o del Estado, que los constitucionalistas suelen definir como âla naciĂłn polĂticamente organizada dentro de un territorio determinadoâ.
La sociedad civil es una sociedad necesaria o natural, por cuanto poniendo la naturaleza a todo hombre en la necesidad ineludible y en el deber de unirse a otros para el logro del pleno desenvolvimiento y bien suyo y de los demĂĄs en este mundo, nadie puede dejar de pertenecer a una sociedad civil o Estado. âToda ciudad es por naturaleza âexpresa AristĂłtelesâ⊠De todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal socialâ.7
1121.- Que el Estado sea sociedad natural significa que, de alguna manera, ha existido desde que existe el gĂ©nero humano, aunque sea con otras dimensiones u otra organizaciĂłn que las que despuĂ©s llegĂł a tener, como Estado propiamente tal o sociedad autosuficiente, en la polis, en el reino o en la for-ma moderna del Estado. La familia de AdĂĄn y Eva âpensamosâ coincidiĂł, pues, con el primer Estado, en cuanto en ella tenĂan que existir, de algĂșn modo, potestades gubernativas que exceden de la naturaleza de la sociedad domĂ©stica, como la de juzgar e imponer penas, por ejemplo. âEl Estado âdice Messnerâ es una parte de la naturaleza del hombre, y el orden estatal una exigencia de su ley naturalâ.8
De lo dicho hasta aquĂ, se desprende que cabe hablar de âEstadoâ en dos sentidos: el de una sociedad que tiene la autoridad suficiente para imponer y mantener el orden en la vida de relaciĂłn de sus miembros, y es autobastante o perfecta sociedad en cuanto a esto, y el de una sociedad en que efectivamente se da la suficiencia en cuanto a los intercambios y al auxilio recĂproco en orden a la vida plenamente humana.
La familia, antes de pertenecer a un Estado, dice Pufendorf, se par...