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Albert Camus, periodista
De reportero en Argel a editorialista en ParĂs
MarĂa Santos-Sainz
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- 336 pages
- Spanish
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Albert Camus, periodista
De reportero en Argel a editorialista en ParĂs
MarĂa Santos-Sainz
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"Este libro es una llamada de alarma. Es una invitaciĂłn a que el periodismo se levante y reencuentre altura y grandeza, rechace la facilidad y combata las corrupciones que lo minan y desacreditan. En nuestros tiempos de incertidumbre el periodismo corre el riesgo de someterse a los embates de la propaganda y a las trampas de las ofensivas cruzadas del dinero y el poder. La autora, siguiendo las huellas de Albert Camus, invita a practicar el periodismo crĂtico". Edwy Plenel, fundador y director de 'Mediapart'.
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Sous-sujet
Journalist BiographiesCapĂtulo 1
Apunte biogrĂĄfico
Infancia en Belcourt
«Nadie de mi alrededor sabĂa leer. Tenga eso en cuenta»[14], comentĂł Albert Camus a los dieciocho años a su profesor universitario Carl. A. Viggiani tras entregarle un trabajo en la Facultad de Letras de Argel. Esta anĂ©cdota recogida por su amigo periodista de Combat Roger Grenier[15], reclamando una lectura indulgente de su primer trabajo universitario impreso, revela mucho del largo itinerario que recorrerĂa Camus, que le llevarĂa desde Argel hasta Estocolmo. Es un recorrido que durarĂĄ poco mĂĄs de veinte años.
Nada le predestinaba a cursar estudios. Su madre y su abuela querĂan que dejase la escuela para ser aprendiz y ganarse la vida en vez de perder el tiempo en los banquillos de la escuela. Impensable tambiĂ©n ir a la universidad. Y aĂșn menos ser periodista y mĂĄs tarde ocupar un lugar preferente en la RepĂșblica de las Letras francesa. E inimaginable era llegar a ser Premio Nobel de Literatura. Nada de su entorno social presagiaba el destino al que su humilde cuna no le encaminaba en principio. Su madre, su abuela y sus tĂos maternos Joseph y Ătienne, con quienes vivĂa, no sabĂan leer, y en la casa no habĂa ningĂșn libro. En su hogar hablaban poco y cuando lo hacĂan era en un francĂ©s rudimentario mezclado con expresiones de un dialecto menorquĂn. Albert Camus aprenderĂa el francĂ©s casi como una lengua extranjera en la escuela.
Para entender a Camus, hay que volver la vista a su niñez: «el ĂĄmbito donde se producen todas las batallas interiores», el origen de la construcciĂłn de la identidad. El territorio de la infancia: el barrio de Belcourt, un arrabal proletario donde conviven familias de inmigrantes, el sol, el mediterrĂĄneo, la pobreza, las dificultades, pero tambiĂ©n la felicidad, la camaraderĂa, la enfermedad, el ansia de vivir, la Ă©poca espinosa y dramĂĄtica que le tocĂł transitar. Ver sus pasiones: la lectura, la escritura, el teatro, el fĂștbol[16], los amigos, la palabra, el pensamiento y el compromiso. Ăl mismo lo reconoce en sus diarios en 1945: «El hombre que serĂa si yo no hubiese sido el niño que fui»[17].
En su obra Bodas, Camus recoge la expresiĂłn de PĂndaro retomada por Nietzsche: «No es fĂĄcil convertirse en lo que uno es»[18]. Su experiencia de vida y de pensamiento gira en torno al mismo imperativo existencial: convertirse en lo que es. Camus hizo de las dificultades una manera de construirse.
Ser fiel a Albert Camus implica entender tambiĂ©n la adecuaciĂłn entre la obra, sus escritos periodĂsticos y su existencia, la reflexiĂłn y el engagement. La singularidad de la obra âtanto periodĂstica como literariaâ de Camus reside en su intento de comprender el mundo, en su sensibilidad ante la causa de los oprimidos, en el sufrimiento de los inocentes y, ante todo, en ser un hombre libre, a menudo a contracorriente. En su equipaje siempre lleva Camus su pasiĂłn por la justicia y la libertad. EntendĂa que «la libertad no es nada mĂĄs que una oportunidad para ser mejor». Ese serĂĄ un hilo conductor que le conducirĂĄ como periodista a denunciar los abusos del poder y como escritor a cuestionarse el absurdo de la existencia, proponiendo la rebeldĂa como contrapeso a las injusticias de la vida.
El acceso a la cultura se convertirĂĄ en el pasaporte que le permitirĂĄ llevar a cabo su singular viaje, marcado por el compromiso, primero con el periodismo y luego con el mundo intelectual. Cuando su abuela materna le inscribe en la biblioteca del barrio y se convierte en un lector voraz y cuando mĂĄs tarde descubre la colecciĂłn de obras clĂĄsicas de la literatura francesa en casa de su tĂo Gustave, el niño Camus decide su vocaciĂłn: ser escritor.
MĂĄs tarde confesarĂĄ no haber conseguido nunca «superar una infancia difĂcil y austera». Aunque en su primera obra, El revĂ©s y el derecho (1937), escrita con tan sĂłlo veintidĂłs años, matiza en el prĂłlogo que «la pobreza, en primer lugar, nunca me pareciĂł una desgracia: la luz derramaba sobre ella sus riquezas. IluminĂł incluso mi rebeldĂa. Fueron casi siempre, creo poder decirlo sin hacer trampa, rebeldĂas por y para todos y para que la vida de todos creciera en la luz»[19]. Pero era un universo alejado de la cultura, donde nadie sabĂa leer ni escribir, y apenas hablar un francĂ©s correcto. Un ambiente donde reinaba el silencio. Su madre tenĂa problemas de locuciĂłn, su vocabulario se restringĂa a unas cuatrocientas palabras[20], y ademĂĄs era sorda. Como tambiĂ©n lo era su tĂo, Ătienne, sordomudo de nacimiento, tonelero de oficio, quien vivĂa con ellos junto a la abuela, bastante taciturna y autoritaria, que pegaba mĂĄs que hablaba, segĂșn relata el propio Camus en su novela autobiogrĂĄfica El primer hombre: «La abuela pasaba detrĂĄs de Ă©l, cogĂa el lĂĄtigo llamado vergajo, que colgaba detrĂĄs de la puerta, y le daba tres o cuatro fustazos en las piernas y en las nalgas que le quemaban hasta hacerle gritar»[21]. Camus recuerda cĂłmo su abuela âquien llevaba la voz cantante en la casaâ le prohibĂa jugar al fĂștbol durante el recreo para evitar gastar la suela de los zapatos ya que el patio del colegio era de cemento:
Ella misma compraba para sus nietos unos duros y pesados zapatos cerrados que esperaba que fueran inmortales. De todas formas, para aumentar su conservaciĂłn, mandaba a poner en las suelas unos enormes clavos cĂłnicos que presentaban una doble ventaja: hacĂa falta gastarlos antes de gastar la suela y permitĂan verificar las infracciones a la prohibiciĂłn de jugar[22].
La madre de Camus se habĂa instalado en casa de la matriarca del clan nada mĂĄs partir su marido a la guerra en 1914. Camus apenas tenĂa un año. AtrĂĄs quedaba una vida en el campo, en el pueblecito de Mondovit, donde su progenitor era obrero agrĂcola en una bodega de vinos. El padre es enviado al frente como otros muchos pieds-noirs para combatir en la batalla del Marne nada mĂĄs desencadenarse la Primera Guerra Mundial. Un obĂșs le estalla en la cabeza, le deja ciego y una semana mĂĄs tarde, el 14 de octubre de 1914, fallece en el hospital de Saint-Brieuc.
HuĂ©rfano, nunca llegĂł a conocer a su padre. Una ausencia que le marcarĂĄ para siempre y le dejĂł una herencia: el rechazo a la guerra, un pacifismo de por vida. El mensaje postmortem de su padre le habĂa enseñado el significado de ser un hombre: «lo contrario a la barbarie»[23]. En su obra El hombre rebelde escribirĂĄ: «Un hombre sin Ă©tica es una bestia salvaje arrojada sobre el mundo»[24]. En su libro pĂłstumo e inacabado El primer hombre, Camus rememora a su progenitor: «Cuando le movilizaron, mi padre nunca habĂa visto Francia. La vio y lo mataron. Es lo que una humilde familia como la mĂa aportĂł a Francia»[25].
Muchos años mĂĄs tarde Camus irĂĄ a visitar la tumba de su padre por expreso deseo de su madre, aunque ella «casi nunca hablaba del desaparecido». AllĂ, delante de la lĂĄpida de ese «muerto desconocido», leyĂł las fechas 1885-1914 e «hizo automĂĄticamente el cĂĄlculo: veintinueve años». Camus tenĂa cuarenta.
El hombre enterrado bajo esa lĂĄpida, y que habĂa sido su padre, era mĂĄs joven que Ă©l. Y la ola de ternura y compasiĂłn que de golpe le llenĂł el corazĂłn no era el movimiento del ĂĄnimo que lleva al hijo a recordar al padre desaparecido, sino la piedad conmovida que un hombre maduro siente ante el niño injustamente asesinado, algo habĂa ahĂ que escapaba al orden natural y, a decir verdad, ni siquiera existĂa orden, sino sĂłlo la locura y el caos del momento en que el hijo es mĂĄs viejo que el padre[26].
Para la madre, Albert Camus se parecĂa fĂsicamente a su padre[27], y decĂa de Ă©l que «habĂa muerto en el campo de honor». Camus trata de imaginar «lo que podĂa haber sido un hombre que justamente le habĂa dado esa vida para ir a morir poco despuĂ©s a una tierra desconocida, al otro lado de los mares»[28].
Con su mutismo trĂĄgico, la madre guarda en una cajita de bizcochos la cruz de guerra y la medalla militar de su marido, asĂ como la esquirla del obĂșs que le estallĂł en la cabeza. TambiĂ©n guardaba algunas postales que le habĂa mandado desde el frente, ya que el padre de Camus aprendiĂł a leer y escribir siendo ya adulto. «En el orfanato no les enseñaban nada. La Ășltima postal: âEstoy herido. Nada grave. Tu maridoâ. Y muriĂł al cabo de unos dĂas», segĂșn narra Camus en El primer hombre. Y la enfermera escribiĂł: «Es lo mejor. Hubiera quedado ciego o loco. TenĂa mucho coraje»[29].
Camus intenta reconstruir su infancia, la vida de sus padres, ayuda a su madre a recobrar la memoria de lo que voluntariamente ha querido olvidar, en su vida de abnegaciĂłn y silencio. Y apunta:
La memoria de los pobres estå menos alimentada que la de los ricos, tiene menos puntos de referencia en el espacio, puesto que rara vez dejan el lugar donde viven, y también en el tiempo, con una vida uniforme y gris[30].
Su madre, Catherine SintĂšs, de ascendencia española, provenĂa de una familia de inmigrantes de Menorca. La abuela materna de Camus, MarĂa Catalina Cardona, habĂa nacido en el pueblecito menorquĂn de Sant LluĂs, y tambiĂ©n se habĂa quedado viuda muy joven, a cargo de nueve hijos. EmigrĂł a Argelia como muchos otros españoles sin recursos[31], en su mayorĂa braceros y jornaleros âde las Islas Baleares pero tambiĂ©n de la regiĂłn de Alicante y de AndalucĂaâ, que iban a trabajar en las tierras de los colonos franceses en busca de una vida mejor.
Criada por sus padres mahoneses en una pequeña finca del Sahel, se habĂa casado muy joven con otro mahonĂ©s, delgado y frĂĄgil, cuyos hermanos se habĂan instalado en Argelia en 1848 despuĂ©s de la muerte trĂĄgica del abuelo paterno, poeta en su tiempo, que componĂa versos montado en una burra y recorriendo los caminos de la isla entre los muretes de piedra seca que separan los huertos[32].
Emigrantes e hijos de emigrantes[33], la historia de los SintĂ©s y de los Camus. Analfabeta y sorda, su madre, Catherine SintĂ©s, trabaja a destajo como mujer de la limpieza para sacar adelante al clan familiar. Una mujer bondadosa, sin conocimiento de la maldad, que vivĂa su destino con cierta resignaciĂłn. La madre se convierte en el interlocutor de los escritos de Camus[34]: la pobreza, la miseria, el silencio, la sumisiĂłn. Y la describe asĂ: «Dulce, cortĂ©s, conciliadora, incluso pasiva, y sin embargo jamĂĄs conquistada por nada ni por nadie, aislada en su semisordera, en su dificultad de lenguaje, bella seguramente pero casi inaccesible»[35].
Una madre omnipresente, imagen poderosa en la que se mirarĂĄ toda la vida. En su nombre y en el de todos los oprimidos, tomarĂĄ Camus partido. Pero siempre sin venganza ni resentimiento:
[âŠ] cĂłmo aguantaba ella sola la dura jornada de trabajo al servicio de los demĂĄs, los suelos limpiados de rodillas, la vida sin hombre y sin consuelo entre los restos engrasados y la ropa sucia de los otros, los largos dĂas de faena acumulados en una existencia que, privada de esperanza, habĂa perdido todo resentimiento, una vida ignorante, obstinada, resignada a todos los sufrimientos, tanto los suyos como los ajenos[36].
Por las mañanas Catherine limpia en una fåbrica de municiones y por la tarde hace de asistenta por horas en casas y comercios. Una vida de criada, trabajando para los demås, llena de abnegación y dignidad, que les permite salir adelante no sin muchas dificultades. Una herencia que retoma el propio Albert Camus: «En cualquier caso», explica, «aquel hermoso calor que imperó en mi infancia me vedó cualquier resentimiento»[37].
De ella dirĂĄ Albert Camus: «Ante mi madre siento que pertenezco a un noble linaje: el que no envidia nada. Bastaron el silencio, la reserva, el orgullo natural y parco de aquella familia, que casi no sabĂa leer, para darme, a la sazĂłn, las lecciones mĂĄs elevadas, esas que duran siempre»[38]. Pero tambiĂ©n subrayarĂĄ mĂĄs tarde Camus que la Ășnica aristocracia que reconoce es «la del trabajo y la inteligencia»[39]. De su madre aprenderĂĄ a desconfiar de los salones del poder. Cuando el 14 de julio de 1951 le invitan al ElĂseo y se lo comenta a su madre ella, en vez de deslumbrarse por tal invitaciĂłn, le responde: «Eso no es para nosotros. No vayas, hijo, no te fĂes. Eso no es para nosotros»[40]. Y la cuestiĂłn queda zanjada. Camus nunca irĂĄ al ElĂseo, al palacio de la RepĂșblica. DesconfĂa de los oropeles del poder.
Camus destacĂł por su precocidad en el colegio, en el liceo y despuĂ©s en el terreno literario. Comienza a escribir su primer libro El revĂ©s y el derecho siendo estudiante de FilosofĂa, en 1934, con apenas 21 años. La obra, que serĂĄ rescatada en Francia veinte años mĂĄs tarde por Gallimard, contiene ya la gĂ©nesis en torno al misterio de la madre y el silencio. Camus se pasa toda la vida interpretando sus silencios, ese mutismo casi patolĂłgico. Numerosos especialistas[41]de Camus reconocen el impacto de su madre en su obra, hasta el punto de considerarlos indisociables: «sĂmbolo del universo en su totalidad» o «aquella en la que todo estĂĄ contenido».
Muchas de las claves de su niñez se encuentran en Le premier homme, la obra con la que arranca su Ășltima etapa «de vuelta a los orĂgenes», a la infancia, a la felicidad, al amor. En ella explica el motivo principal que le mueve: «En resumen, voy a hablar de aquellos a los que quis...
Table des matiĂšres
- Portada
- Créditos
- TĂtulo y autor
- Dedicatoria
- Citas
- PrĂłlogo
- Nota de intenciones
- IntroducciĂłn
- CapĂtulo 1. Apunte biogrĂĄfico
- CapĂtulo 2. Reportero en Argel
- CapĂtulo 3. La aventura periodĂstica en Combat
- CapĂtulo 4. HĂĄbil polemista
- CapĂtulo 5. Reflexiones sobre el periodismo
- CapĂtulo 6. Columnista en LâExpress
- CapĂtulo 7. Periodismo y compromiso
- Anexos
- CronologĂa
- Referencias bibliogrĂĄficas
- Agradecimientos
- Mecenas
- Contraportada
Normes de citation pour Albert Camus, periodista
APA 6 Citation
Santos-Sainz, M. (2016). Albert Camus, periodista ([edition unavailable]). Editorial Libros.com. Retrieved from https://www.perlego.com/book/1916386/albert-camus-periodista-de-reportero-en-argel-a-editorialista-en-pars-pdf (Original work published 2016)
Chicago Citation
Santos-Sainz, MarĂa. (2016) 2016. Albert Camus, Periodista. [Edition unavailable]. Editorial Libros.com. https://www.perlego.com/book/1916386/albert-camus-periodista-de-reportero-en-argel-a-editorialista-en-pars-pdf.
Harvard Citation
Santos-Sainz, M. (2016) Albert Camus, periodista. [edition unavailable]. Editorial Libros.com. Available at: https://www.perlego.com/book/1916386/albert-camus-periodista-de-reportero-en-argel-a-editorialista-en-pars-pdf (Accessed: 15 October 2022).
MLA 7 Citation
Santos-Sainz, MarĂa. Albert Camus, Periodista. [edition unavailable]. Editorial Libros.com, 2016. Web. 15 Oct. 2022.